Entre la muerte y la conciencia.

“Tal vez estamos empezando a comprender que nadie se salva solo, que las fronteras no existen, que la salud es un derecho universal, que la vida es frágil y protegerla es un deber colectivo, de alguna manera solo somos un todo, somos una gran familia dividida en fronteras mentales.”

Tiempos difíciles, tiempos de pandemia, tiempos de terror, tiempos en que la palabra muerte nos asecha y atormenta, angustia y pánico se alían para dar cabo suelto al sobrevivir, tratar de no dejar de existir, tal vez las nuevas y actuales generaciones nunca tuvieron tan presente un episodio masivo de terror, terror a morir, terror a desaparecer, terror a que los seres amados mueran y nunca más vuelvan.  Para estas últimas generaciones hasta ahora, nunca antes se había pensado tanto en la angustia de lo que significa morir, lo que significa la palabra vida al mismo tiempo y su verdadero valor, porque como existe el bien, también tiene que existir el mal y por eso la ambivalencia de la palabra muerte y de existencia es vida.

Tal vez, era necesario para la humanidad refugiarse en la oscuridad del miedo , pero no un miedo individual , sino un miedo colectivo, un miedo que nos haga entender que ni el más rico, ni el que más tiene “posibilidades” , ni el más guapo, ni el que tenga más títulos, ni los países potencia se salvan o lo hace inmune a nada y que todos somos lo mismo, en el sentido que lo que le puede pasar al otro, nada nos hace inmunes que no nos pase a nosotros.  Se rompen barreras, se rompen creencias y se da también paso a la crisis, al caos, al desastre de algunos de perderse aún más en el egoísmo que las nuevas sociedades han cultivado tanto, por culpa de fanatizarse tanto de sí mismos, de no querer morir “por culpa de otros” o culpa de un estado o hasta de un loco que se comió un murciélago en el otro extremo del mundo e hizo un efecto mariposa en todo el mundo, pero ahí está la cuestión no fue culpa de nadie en específico, si hay que echarle culpa a algo o alguien , echémonosla a todos, desde hace tiempo situaciones como estas se veían venir, desde hace tiempo me atrevo a decir merecíamos esta famosa pandemia o algo parecido a ella, merecíamos algo que nos hiciera entender que no hay fronteras, que las tragedias que suceden a una nación en específico no es solo problema y cuestión de ellos, es  de todos ,porque así como sufren los que están en el otro extremo del mundo así mismo podemos sufrir nosotros, la empatía era algo que realmente estaba agonizando en las sociedades, el verdadero virus que colapsa sociedades no es un virus biológico, es mucho peor, es un virus mental, que es mucho peor porque lleva mayor tiempo de hacerse consciente de su existencia y de mayor y arduo trabajo combatirlo , como por ejemplo el virus del egoísmo , el virus de la codicia y la soberbia, esos son nuestros verdaderos virus, esa es la pandemia que hace siglos asecha la humanidad y aún no se encuentra antídoto alguno , pero en momentos como estos de crisis de angustia, es cuando la humanidad necesita a gritos sombra, para encontrar luz en nuestras conciencias, para reflexionar profundamente, en épocas de cárcel, épocas que nos sentimos como presos en nuestras propias casas,  porque de alguna manera el universo quiere descansar de nosotros, por eso son épocas propias de despertar de afuera hacia adentro , para soltar todo aquello que nos ha intoxicado por mucho tiempo tanto en nuestra vida personal como en la responsabilidad colectiva como sociedad.

Hace unos meses el mundo ardía en llamas, el Amazonas moría, Australia también ardía y animales indefensos morían por culpa del cambio climático, pero si vamos mas allá por culpa de una humanidad exacerbada, una humanidad extremista que no para de crecer, de consumir, de querer más y más solo para sí mismos. Un mundo que le da mayor importancia a lo que les pasa a los países “ricos” que a países que a que mueren todos los días, de hambre, de injusticias, de pánico, muchos porque viven guerras y conflictos, pero eso poco y nada le importa al resto del mundo. Una humanidad que le importa más lo que le pasa a un museo de obras carísimas que de la naturaleza muriendo poco a poco, un mundo que se sacrifica por el bienestar de sus mascotas como gatos y perros, pero que deja al olvido otros animales como los cerdos y vacas que matan todos los días de una manera despiadada y salvaje para el consumo humano. Entender que nada es casualidad y que todo es causa y efecto, que de alguna manera todo absolutamente todo pasa por algo, nos ayudara a entender entonces porque justo en el país con mayor sobrepoblación en el mundo, mayor contaminación, mayor consumo y creadores de consumismo, fue donde se dio origen a esta famosa pandemia y como era de esperarse al principio de que empezó a esta epidemia en China, se pasaban noticias y demás, pero al resto del mundo poco y nada le importaba que la gente se estuviera muriendo allá como cucarachas, la gente en general se expresaba de la situación de los chinos sin empatía alguna hacia el dolor de ellos, como si  fuesen extraterrestres, pero ,una vez empezó a expandirse esto por todo el mundo y viajeros de todo el mundo llegaban como mensajeros a sus tierras para decir “hey, a ti también te puede pasar, humanízate” , ahí, ahí fue cuando la posición de todo el mundo y la manera de hacer frente a esa noticia tan aterradora y dolorosa empezó a cambiar, el mundo empezó ahí si a hacer campañas de preocupación para evitar a toda costa que les llegue a sí mismos y a los suyos, entonces ¿Por qué tienen que pasar cosas como estas para valer el dolor y la crisis de otros? ¿solo hasta que nos toca a nosotros? O ya cuando no haya vuelta atrás y el mundo entero este muriendo y agonizando de dolor. ¿Cuándo entenderemos que somos un todo? ¿Cuándo entenderemos que el hecho de ser de una nacionalidad o raza distinta no nos impide tener compasión por el otro? Esas respuestas seguro el tiempo me las dará o respectivamente solo quedaran como eso preguntas, por eso mismo en estos tiempos de locura y tensión universal, son tiempos que estamos viviendo en los zapatos de los que nunca nos pusimos. 

Al mismo tiempo el universo respira de nosotros, la caída de la actividad económica provocada por la crisis del coronavirus está reduciendo temporalmente las emisiones de carbono. Y no solo en China, sino también en otros países debido al cierre de muchas fábricas y la caída el consumo de combustible, los transportes están colapsando, el mundo por un momento se detuvo a las malas, el mundo colapso y se detuvo por un instante para no seguir contaminando a nuestro hogar llamado tierra, por una pandemia. Era necesario y el universo nos dio la respectiva lección a las malas y a la fuerza, pero nos está permitiendo dejar de lado un rato lo laborar, la expansión de crecimiento económico a toda costa para decirnos, “¡hey! sin salud no hay nada”, para permitirnos priorizar por medio del miedo y la angustia, la vida misma, pero no sola la vida propia, la vida universal, la vida colectiva.

Por un instante ya no estamos solo preocupados por contagiarnos a nosotros, de alguna manera esta situación nos puso en la tarea de tomar responsabilidad de trabajar de una manera colectiva, de que a pesar que este virus nos separó físicamente, nos puso muy cerca espiritualmente de los otros, nos unifico por medio de la tarea de la responsabilidad propia, la protección de todos, que ya no somos inmunes a nada independientemente de la situación de cada uno, ya cualquiera sin importar color, estatus social, raza, sexo,etc todos absolutamente todos estamos propensos a contagiarnos, que hasta presidentes y celebridades de Hollywood ya la tienen; por un instante todos vivimos en el mismo dolor , por un instante el mundo nos unió en una misma angustia, en una misma responsabilidad, en una misma noticia , el mundo entero habla de lo mismo o similares preocupaciones y necesidades, por un instante la mayoría del mundo está viviendo cosas similares, un mundo entero encerrado como perros en jaula, con la paranoia de no morir, de no colapsar en medio de la crisis , la pandemia y la soledad, hoy día ,todos nos unimos por una situación escalofriante pero al mismo tiempo una situación necesaria para nuestro planeta tierra, una situación que no hace ponernos en los zapatos de donde nunca nos pusimos, como de países donde la realidad de vivir encerrados, refugiados, enloquecidos por la angustia, asustados por el futuro, la crisis económica, tensionados por la muerte y agobiados en el la incertidumbre, como lo viven día a día Siria, Venezuela, Irak, Etiopia, Somalia, Yemen y cantidad más de países, que viven en crisis humanitaria todos los días y que dejamos en el olvido, hoy día la humanidad entera le tocó vivir por un rato lo que viven realidades como las que viven países así, por un rato al mundo le toco ponerse a las malas en los zapatos de quienes no tienen nada y pierden todo en un instante y que piden constantemente refugio para que el mundo les tiende una mano por lo menos, ahora vivimos en crisis pero seguramente va a ser pasajera , pero quienes realmente están en crisis constante a ellos jamás los escuchamos y ni les damos su debida atención y ayuda porque ahí es donde la muerte verdaderamente está presente y mueren todos los días cantidades inmensurables a comparación de las que se lleva el coronavirus, esta pandemia es más miedo que muerte, pero que muerte más enriquecedora la que nos ha dado porque por un instante un mundo entero se unifico por un mismo fin, el deseo de no morir aún.

Recuerden que es necesaria la sombra para encontrar la luz de la conciencia y es hora de encontrar una conciencia universal. Bienvenido seas caos, porque nos permites caer para levantarnos y ver todo de una manera diferente para organizarnos.

De la muerte al segundo renacimiento humano.

Liz Rodríguez

Un comentario Agrega el tuyo

  1. Panda dice:

    Me encantó!! La destrucción como nueva forma de creción.

    Att Panda.

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